Cuando me propuse hacer una obra en el marco de mi proyecto de grado, no sabía exactamente qué contar. Rebusqué entre mis recuerdos y mi presente, nacien-do entonces la necesidad de denunciar ante los adultos las carencias en mis estudiantes, así como en otros niños, quienes desconocen que existen patios caseros para el juego. Para ello, hago un viaje hasta mi infancia, especialmente a un lugar: mi patio. Allí jugué y crecí, acompañado de mis hermanos, primos y amigos. Disfruté de la tierra, la lluvia, los árboles y el esplendoroso sol que iluminaba cada tarde de saltos, travesuras y descubrimientos a través de juegos en el patio de mi casa.

Una de las condiciones que me había impuesto para mi trabajo de grado era no proponer una obra que hablara de mis males y pesares, ser más optimista. Así es como busqué un tema feliz en mi vida. Han sido varios, pero este, del patio casero, no era solo mío. Aunque la obra sea mía, se creó bajo la mirada de varias personas e incluso en la exposición los asistentes pudieron dar su perspectiva y alimentar la obra. El patio casero es un recuerdo compartido.

Encontré en el dibujo digital la mejor manera de mostrar aquel espacio. Quizás la mejor motivación para dibujarlo es que no tengo fotos de esos momentos; solo habitan en mi mente. Y como todo lo que reposa en ella desaparecerá conmigo, plasmarlo de forma artística es darles vida y la posibilidad de que perduren un poco más allá. Luego está el texto, de dos formas: el documento de investigación, el cual conscientemente escribo en primera persona, por ser un ejercicio narrativo. Se acompaña de un pequeño cuento que condensa todo eso. Esta última idea no fue mía, vino con la investigación.

Es esta entonces una obra sin mayores anhelos que los de permitir al espectador entablar un diálogo con el pasado, ensoñarse con un espacio que está en vía de extinción, jugar de nuevo, permitirse ser niño otra vez y quizás reconsiderar el lugar donde reside y mirar las posibilidades de tener de nuevo un patio. Es posible que sucumba ante la modernidad; sin embargo, el tema queda en el aire.

Esta es una instalación artística que reúne los elementos de un patio casero especialmente dedicado al juego. La cual se realizó dos veces, una en un espacio abierto, que fue modificada por recomendaciones del jurado, dando fruto a la segunda, en espacio tipo galería. Pero, en ambas, están los juguetes, la tierra, el sol, el viento y como varias veces nos visitó en la instalación, también la lluvia. Es una invitación a jugar otra vez y una evocación al patio casero dedicado al juego en la infancia.