La obra «Topofilias. La casa habitada» es un ejercicio de investigación-creación en el que exploré los significados de la palabra «casa» que habitan en la memoria individual, la mía y la de otros, a través de una serie escultórica que conjuga los oficios de la cerámica y la caligrafía. En este ejercicio establezco como eje conceptual el espacio metafórico y literal de la casa enmarcado teóricamente en el concepto de topofilias propuesto por Gastón Bachelard, en el que la construcción de un espacio cobra sentido en la medida en que se establecen lazos afectivos con ese lugar habitado; para este ejercicio este lugar que yo ocupo en el mundo, desde donde les hablo y le pregunto a otras personas, es mi casa actual ubicada en El Carmen de Viboral, Antioquia y una casa que habito esporádicamente por mi oficio como calígrafa y que se encuentra ubicada en el municipio de Honda en el Tolima.
A partir de la experiencia personal de haber vivido en varias ciudades del país y en muchas casas urbanas, y de manera reciente haber iniciado la construcción de mi casa propia familiar, también urbana, emergió la pregunta ¿cómo se construye una casa? atravesada por los oficios que he ejercido durante los últimos diez años que son la escritura y la cerámica, los cuales marcaron la pauta para elegir las técnicas a utilizar.

Esta obra, resultado de las reflexiones que pude hacer durante este ejercicio creativo, se trata de una serie de casas de forma similar, cuyos tamaños oscilan entre los ocho y los quince centímetros, hechas en barro algunas, otras en pasta cerámica, e intervenidas con caligrafía & tipografía con la técnica del bajo relieve, construidas con dos tipos de barro provenientes de Antioquia y Tolima.
Estas casas que he construido para esta obra, aún teniendo formas similares, tienen unas singularidades en intervenciones y acabados que dan cuenta de la casa individual de la que me habló cada una de las personas que invité a responder algunas preguntas de este ejercicio de investigación-creación.

Este proyecto lo desarrollé en dos momentos que son a la vez los dos lugares donde vivo y trabajo. El primero en el municipio de El Carmen de Viboral Antioquia, donde está la casa familiar en construcción, y un segundo momento en Honda Tolima, en La Morada Rosada, una casa ubicada en el centro histórico de este municipio, una casa que he habitado por temporadas, he vivido en ella y he escrito en sus paredes con mis letras. Esta casa estuvo abandonada durante más de veinte años y ha venido abriendo sus puertas en los últimos meses, es una casa que está en obra y que contiene en su materialidad las huellas de la memoria que ha recogido en todo el tiempo que ha existido y que yo intenté recoger en la obra.

En este ejercicio abordo la casa como ese primer territorio que habitamos antes incluso de habitarnos a nosotros mismos, como esa tercera piel de la que habla Hundertwasser en su tesis «El pintor con sus cinco pieles» en la que entiendo la casa como un centro donde se generan relaciones de afecto que, como una onda, se propagan y se cruzan con otras personas y con otras casas.

A través de la conversación con otras personas y tras escudriñar en mi propia memoria, indagué por las casas que hemos habitado en algún momento de la vida, y las respuestas me dieron pistas para hallar la casa que persiste en la memoria individual.

En esta obra convertí la casa en una categoría poética en la que encontré que cohabitan materiales, personas y afectos en una relación simbiótica en la que “dos organismos de diferentes especies se asocian para beneficiarse mutuamente en su desarrollo vital”.