La memoria (o esa capacidad de recordar) siempre ha sido preocupación de los seres humanos. Hemos indagado en cómo plasmarla, cómo hacerla tangible, perdurable y recuperable, ha ocupado a la humanidad desde siempre: imágenes, textos, archivos visuales y audiovisuales cumplen esa función matérica de la memoria. En su función básica la fotografía busca revivir los momentos vividos congelando detalles que se podrían llegar a perder en la naturaleza difusa de la memoria misma.

Para nosotros sería una virtud poder recordar con mayor detalle nuestras vivencias pasadas y así poder abandonar imágenes que solo existen para disparar lo que se pierde en nuestros recuerdos. Algo similar a lo sucedido con Irineo Funes, del relato Funes el memorioso escrito en 1944 por Jorge Luis Borges, en el que se describe cómo Funes tras un accidente que lo deja postrado en cama, mantuvo hasta el final de sus días los más mínimos detalles de los hechos vividos padeciendo una rara afección conocida como hipermnesia. Sin embargo, esos recuerdos e imágenes que se tratan de conservar con el mayor cuidado, terminan irremediablemente por deteriorarse, desvanecerse y fragmentarse en una serie de detalles que pierden su sentido como hechos reales y pasan a ser interpretados como una serie de sensaciones, sentimientos e imágenes sobrepuestas que colindan con el mundo onírico.

Mi propuesta busca conectar más con las sensaciones que esconden esos recuerdos, colores y siluetas que viven entre imágenes difusas. Imágenes que se desvanecen en la memoria, nace de mi preocupación por el recuerdo y más que mi recuerdo, en la configuración y desconfiguración del devenir del tiempo. El movimiento y las siluetas generadas por los espacios que visito y las personas que los transitan, son vestigios de acontecimientos que para algunos fueron significativos, y para otros insignificantes. Las siluetas que se desvanecen en lugares desconocidos apelan a la melancolía que habita en la memoria, imágenes que están construidas para ser sentidas más no para leerse.

Cada una de las imágenes que componen esta serie se vuelven únicas por los factores que intervienen en la construcción de su aquí y ahora, cada toma es diferente porque su movimiento y mi movimiento son únicos e irrepetibles. Las imágenes se apilan, se confunden, se reconocen como iguales por sus colores, texturas y formas, se hacen difusas como fragmentos de memoria que se buscan unos a otros y se van sumando. La memoria se cuestiona en la manera cómo concibe las acciones volatilizándolas, transformándolas en lo perenne de nuestras vidas y re-evaluándose en las imágenes que aquí presento.

La fotografía opera como vehículo para despertar a través de detalles los recuerdos, generando un tributo a las imágenes dispersas que quedan en la memoria al conectar con las sensaciones que nos remiten al momento que ya ha acontecido.

Sebastián Murillo.