La obra «El vacío que habito» es un libro de artista que recoge algunos nombres de los 1267 líderes y lideresas sociales asesinadas desde el 24 de noviembre de 2016 hasta el 9 de noviembre de 2021, recopilados por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz INDEPAZ; escritos a mano en lápiz acuarelable sobre carpetas de archivo. Es un libro de artista hecho a manera de concertina como una tira de papel que se pliega en forma de acordeón y cuya encuadernación permite seguir adicionando nombres.
Los nombres elegidos fueron los de aproximadamente 35 mujeres de las 179 asesinadas entre indígenas, campesinas y afrodescendientes. Estas mujeres no son solo cifras, son también la historia que construyeron, ocupaban un espacio en sus familias y en sus comunidades, cuando fueron asesinadas dejaron un espacio vacío. Al fijar la atención en la obra lo que vemos no son los nombres escritos a mano, sino el espacio vacío que dejó la forma de las letras, «cuando miramos más de cerca la manera en que las superficies están aparentemente dejadas en blanco, nos encontramos con que el espacio, de hecho, está muy lejos de permanecer vacío, el espacio está vivo, el espacio se convierte en el vientre de la forma», la caligrafía se convierte a su vez, en el conjuro que las hace aparecer de nuevo en un intento por materializar la memoria.
Los nombres elegidos fueron los de aproximadamente 35 mujeres de las 179 asesinadas entre indígenas, campesinas y afrodescendientes. Estas mujeres no son solo cifras, son también la historia que construyeron, ocupaban un espacio en sus familias y en sus comunidades, cuando fueron asesinadas dejaron un espacio vacío. Al fijar la atención en la obra lo que vemos no son los nombres escritos a mano, sino el espacio vacío que dejó la forma de las letras, «cuando miramos más de cerca la manera en que las superficies están aparentemente dejadas en blanco, nos encontramos con que el espacio, de hecho, está muy lejos de permanecer vacío, el espacio está vivo, el espacio se convierte en el vientre de la forma», la caligrafía se convierte a su vez, en el conjuro que las hace aparecer de nuevo en un intento por materializar la memoria.
Natalia Calao
Estudiante del programa de Artes visuales de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia