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Con todo, algunas otras vamos un paso más allá: intentamos despertar a la Bestia-Sombra que llevamos dentro. No muchas personas abordan con entusiasmo el enfrentar a la Bestia de Sombra en el espejo sin encogerse ante sus ojos de serpiente sin pestañas, esa mano fría, húmeda y sudada que nos arrastra al inframundo, siseando y mostrando sus colmillos. ¿Cómo se empluma a esa serpiente en particular? Pero unas pocas hemos sido afortunadas-en el rostro de la Bestia-Sombra hemos visto no lujuria, sino ternura; en su rostro hemos desvelado la mentira. (Anzaldúa, 2016)

Con la intuición política de desarmar la categoría “humana” comenzamos a explorar y afirmar todo aquello que fuese no-humano: lo animal, lo bestial, lo vegetal y múltiples reinos reales o metafóricos que ofrecían tierra fértil para construir nuevos lenguajes y universos. Ante el encuentro con una fibra natural, un recorte de poda que asimilamos a un pelaje jugamos con posibles lugares de nuestros cuerpos desde los cuales podrían nacer estos pelos vegetales, estas imágenes que se iban configurando en nuestras mentes luego se harían carne y cuerpo en distintas criaturas. 

El antropoceno, que refiere al anthropos (ser humano), no podía ser el lugar desde donde se pensaran y confeccionaran criaturas no humanas, desconocedoras de fronteras y confabuladoras de simbiosis entre especies y mundos. Lejos de negar el desastre y el impacto humano sobre el sistema y la vida en el planeta Tierra, creímos en las posibilidades más allá de la crónica de una catástrofe ya anunciada.

Según Donna Haraway y Anna Tsing, el plantacionoceno o era de las plantaciones es un término que nos invita a reflexionar sobre la importancia clave y el impacto de las plantaciones en forma de monocultivos, como formas específicas de organizar el espacio y la materia en nuestro presente y en los últimos siglos. De forma violenta, el desplazamiento y la explotación también atraviesa las vidas “salvajes” de la esfera vegetal y de los suelos, las doblega y moldea al servicio de la producción del capital.

El plantacionoceno como concepto pone en relevancia las lógicas y formas del colonialismo, las prácticas de explotación extractivas que intentan moldear y domesticar todo aquello que está vivo. La figura de las plantaciones viene a simbolizar el proceso de colonización que puso en marcha la esclavitud y el genocidio de muchas especies, no solamente animales. ¿Se podría extrapolar esto a cualquier materia o elemento con capacidad de agencia? La alienación y el disciplinamiento no afecta solo a los seres humanos, sino también a las plantas, animales no humanos, microbios e incluso seres inorgánicos como el suelo, los ríos o las rocas.

Más que un mero concepto teórico se trata para nosotras de una narrativa alternativa y un umbral de transición a otra época más rica, fértil, húmeda y deseable, que nos ayuda a pensar en la superación de lo que está caduco y ya no es apto para la vida o la muerte.

Acudimos a seres mitológicos de Abya Yala en búsqueda de pistas y mensajes para esta deshumanización, primero deberíamos traicionar nuestra humanidad para configurar otros mundos, supimos de inmediato que  la bestia podía también ser tierna y sabia. Identificamos desde la cultura mesoamericana la figura del nagual o nahual,  ​​seres sobrenaturales con la agencia propia para transformarse en animales y cambiar de forma bajo su propia  voluntad: 

Nahualli es un término náhuatl que originalmente se usó para designar dos conceptos principales: En primer lugar, este se refiere a una suerte de doble o alter ego animal que se encuentra tan estrechamente unido al destino humano que su muerte tiende a implicar la destrucción de la persona. En segundo, nahualli alude a cierta clase de especialista ritual caracterizado por su capacidad de cambiar de forma a voluntad. (Martínez, 2007)

Era esto lo que queríamos desarrollar y acuerpar: criaturas con la capacidad de transformarse en cualquier cosa que quisieran ser. Así comenzamos a construir una metodología para explorar en colectivo pero respetando las individualidades, cada criatura tendría agencia propia, nadie interfirió en el proceso creativo de ninguna de las partes.

La confección de cada criatura

Entendemos la confección desde el desplazamiento y el reconocimiento de sí y otres como insumo para la creación. El acontecimiento ritual de confección emergió en tonalidades roja, verde, amarilla y azul, de pantano. Entre telas como canales de agua y tierra que dibujan mapas sin bordes, allí las criaturas llegaron. Se observaron, se midieron, se olieron, se lamieron, se palparon entre sí y así mismas. Descubrieron y proyectaron lenguajes sin posibilidad de guión o tiempo. Los movimientos y sonidos entretejieron un ambiente propicio para entregar al público mensajes de su maleabilidad adaptativa, de sus formas imprecisas pero existentes, siendo cualidades que les permite recorrer, confeccionar y acuerpar la migración como sentido viviente. La criatura se develó.

La metodología consistió principalmente en instancias de presentación y observación rotativas, dando un espacio a cada colectivo para poner en práctica su proceso ante las miradas y sentires de les demás. Se generó así un verdadero intercambio, donde cada grupo tuvo la oportunidad de mostrarse mientras los demás, asumiendo el rol de espectadores, respondieron y dieron devoluciones siguiendo la estructura siguiente: Una palabra, Un recuerdo, Un lugar.

Con muy poco tiempo para prepararnos. Confiar en lo que nuestro cuerpo iba a hacer y describir el cuerpo que piensa en escena, así emergieron las criaturas.

*Ejercicio de observación por parte de lxs demás y devoluciones a partir de las categorías: ¿que fue inspirador?, ¿que fue conmovedor?, Qué faltó? Qué sobró?”

A continuación, las devoluciones que nuestro proceso recibió:

Palabras: Instinto (evocada tres veces), Movimiento, Intrínseco, Panacea, Plancton, Fuego, Peregrinaje, Conexión, Comunidad, Humedad, Fuerza, Recreo, Onírico, Hipnótico, Elementos, Mezcolanza, Autoestima, Creatividad, Estrafalario, Confusión, Supervivencia, Serenidad, Naturaleza, plumas, viento

Recuerdos: “El del agua quieta que todo lo contiene”, “Agua helada corriendo por la sierra de las ánimas”, “Viajes”, “Olor a tierra”, “Armar coreografías con amigas cuando era niña”, “El incendio del cerro del Toro”, “Cuando llegué a Uruguay en 2018”, “el sexo que tuve ayer en el sillón”, “Monstruos”, “comiendo juntxs”, “ganas de ver algo distinto”, mi juventud, “comer tierra de chico”, “Infancia”, “Carnaval”, comer tierra de niña, “Caminar en la montaña”, “jugar aprendiendo”, “recuerdo de libertad”, “Sonido”, “Las ranas después de la lluvia en verano”, “la compañía de la naturaleza en el bosque”, “Un fogón en la playa una noche de luna llena”, “jugar con mi hermano cuando éramos niños, “quemarme de niño con una vela”

Lugares: un lago nutrido de posibilidades y de calma, la Sierra de las Ánimas, el Monte, el parque nacional Henri Pittier en Venezuela, la cañada, la casa de mi tía que sentía como refugio del alma, Amazonas (citado dos veces), el fondo húmedo, un pantano, la esquina de casa, donde nací, un bosque, La Tierra, una isla, casa de vacaciones, el barro, el patio un tranquilo claro en el bosque, Rocha, un río, el Malecón de la Habana

De esta manera emergieron corporalidades que se acercaban a vivientes híbridas entre lo real, lo pagano y lo mitológico. Las inexistencias crearon otros mundos entre tierra pantanosa, venas de agua, de climas tonales naranja, azul y roja. Un ambiente sonoro acompaña el ritmo y el alimento, guía el movimiento del momento. La llegada es el tiempo que conjuga en la criatura su nacimiento, su bastardo encuentro y su ofrenda terrenal. 

Así se conocen mona bruja, serpiente emplumada, rana endemoniada, tortuga sagrada y enredadera. Cada una constituye un ecosistema híbrido cálido y húmedo. Los orígenes de estas criaturas entrelazan raíces en el Náhuatl desde una parte de la mitología nicaragüense, en el Quetzalcóatl en la representación de las uniones de lo dual para fundirse en el todo. En las memorias de infancia al descubrir en la naturaleza la consciencia de la muerte, lo profano y el abismo de la vida. En la memoria fallida del estereotipo aprendido, que a través de la criatura busca liberarse para poder en la figura de arrastre-transmutación-regeneración encontrar comunidad.

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