Performance ritual
La performance aparece como camino integrador del cuerpo, de la palabra enunciadora y denunciadora, así como una forma de manifestación del espíritu de la criatura, de ahí que se traiga la ritualidad como parte inherente a esta disciplina artística. Cada elemento constituía una ofrenda, cada movimiento traía consigo una intencionalidad, fuimos construyendo símbolos identitarios para que cada criatura emergiera. El coste emocional y físico que suponía el acuerpamiento de la criatura estaba cargado de sentido, poner el cuerpo-espíritu-territorio en juego tenía una connotación política:
En él, Griffin estudiaba el deseo patriarcal de domesticar tanto a las mujeres como a la naturaleza y recalcaba la importancia política y ética de insistir en celebrar las conexiones entre las mujeres y la naturaleza. Edelson empleó sus propias investigaciones sobre las tradiciones matriarcales para componer perfomances rituales, en las que las mujeres gritaban y hablaban sobre sus vínculos con la naturaleza, con el tiempo y con el «alma de la tierra». (Phelan, 2011)
Ante la domesticación las criaturas traen consigo la resistencia, el grito, el gemido, el salto, movimientos espasmódicos y también el revolucionario acto de reposar y contemplar en un entorno que demanda hiper productividad, que niega el descanso. Lo bastardo, furioso, exaltado, agitado, gemido y desbocado. Entre tonos rojos la intensidad sube, el calor inunda la atmósfera y lo que antes precedió ha permitido ahora el emplazamiento de las criaturas.
De fondo suena la base de un reggaetón entonado por ranas, el perreo rabioso se va incorporando en los cuerpos con la intención de desacralizar el teatro, espacio tradicionalmente exclusivo para las élites; este es manchado ahora por una expresión considerada tan baja como vulgar. Se desata en un ritmo bastardo atemporal, cargado de deseo que agita la sangre que da vida a la criatura. Se configura un tiempo de despliegue y repliegue, de llamado activo a la colectividad, caracterizada por movimientos y sonidos propicios para entregar al público mensajes desordenados, desacatados, de rompimiento, quiebre y contestación a lo impuesto como dogma. La criatura se agita.
El perreo se posiciona entonces como una forma de autogobierno de las criaturas, no están bailando para un público sino para sí mismas, no hay intención de seducción sino de liberación de las carnes, el movimiento se configura como mapa para la emancipación. Cada criatura lo acuerpa de manera diferenciada, no hay un estandarte que seguir ni una forma adecuada de hacerlo; el llamado es colectivo pero la expresión es individual.
A partir del movimiento aparece entonces lo ofrendado, despojado, ritualizado y despertado de manera colectiva. Entre tonalidades verde, amarilla y azul el pantano busca su estado de reposo inicial. Las criaturas les antecede la exaltación, sin cansancio buscan ahora el reposo, la interiorización del digno quiebre con los cánones. Se reposan, se sostienen entre silencios, descansos y gemidos respiratorios que demuestran la liberación que han experimentado.
El performance ritual no está desprendido de la noción de cuidado, las criaturas se cuidan a sí mismas y a las otras, desde el comienzo hasta el final: se reconocen respetando el espacio y tiempo que cada una ocupa, se agitan de forma catártica pero no violenta, hallan la calma desde la respiración compartida. Desde la propuesta inicial de Abre productora aparece la premisa de brindar retroalimentación desde lo afirmativo, qué movimientos ampliar, qué sentidos profundizar; tras las primeras puestas en escena reconocimos la vulnerabilidad a la que nuestros cuerpos se exponían al descubrirse.
Pusimos en práctica desde el comienzo el ejercicio de empatizar con la sensibilidad que cada criatura traía, los dolores o recuerdos que se desprendían en cada movimiento; contemplando lo que El cuidado como dimensión intrínseca a la posibilidad de la vida: el descanso, la alimentación, la hidratación, la restauración.
Se otorga al momento cualidades espirituales, lo que representó el cuerpo en el tiempo anterior es ahora la antesala que atrajó en una llamada de deseo a una criatura, otra. A la escena llega una criatura, si habían cuatro ahora serán cinco, si habían tres ahora serán cuatro. Una colmada de lentitud confortable, trae en su confección ofrendas que la tierra da. Una vez incorporada al momento, se une con todas las demás criaturas, sellan el ritual con objetos de alto significado y simbolismo, aunque no termine la confección y pueda dar camino a más tránsitos, tajos y saltos. Ahora es momento para despertar la magia y alquimizar la experiencia migrante en los sentidos de posibilidad creadora que cada viviente pueda otorgarle. La criatura se ofrenda.
Entonces, acuerpada la criatura se encuentra en sí y con otres, expresa su existencia en una atmósfera pantanosa donde fibras de telas como ríos buscan trazar mapas de agua y tierra, sin bordes, movibles y maleables para las experiencias de la criatura concebida.
Soy la rana en celo Soy la perra que ladra Soy serpiente rastrera Soy venganza rabiosa Soy el bálsamo de les marginales Soy la mona burlona Soy bastarda Soy traidora de mi patria Soy la rompehogares La ruidosa, la rara, la disonante Soy vándala y asaltante Apariencia delictiva y deliciosa El fuego es ilimitado, hay para todos Mi saliva será panacea Mientras superen tus tajos Recibo, esquivo y ataco Soy mito y realidad Soy futurismo ancestral Soy en toda la tierra No pienso. Soy Incendio no es el fuego que lo quema todo Incendio esconde palabra