De la marea a la sabana

En el proyecto De la marea a la sabana, la creación es el núcleo y el escenario de convergencia de las preguntas por los de jóvenes artistas empíricos que narran su historia de tránsito desde su región de origen hasta Bogotá. El proyecto nace del encuentro entre narrativas audiovisuales y la interacción entre músicos migrantes del Pacífico nariñense y de la Orinoquía colombiana, cuyas prácticas se enlazan desde la escucha, la conversación y la reciprocidad en esa experiencia de desplazamiento. Esta cartografía sensible no sólo activa la memoria de ambos territorios, sino también la búsqueda de sentidos compartidos y de otras resonancias que invitan a pensar ¿qué cruce puede existir entre territorios, lenguajes y saberes?

En esta trayectoria, la raíz no aparece como un origen fijo sino como un territorio en movimiento, una trama de memorias, sonoridades y experiencias que se reconfigura al contacto con nuevos espacios y con otros cuerpos. La pregunta ¿quién soy? se propone en plural entre estudiantes que comparten la misma condición: ¿quiénes somos cuando nos movemos?, ¿qué permanece y qué se transforma cuando nuestras prácticas artísticas se trasladan a un territorio desconocido?, ¿cómo se rearticulan la memoria y la herencia cuando se encarnan en un nuevo contexto?

La experiencia de migración marcada por la salida de sus territorios hacia la ciudad, hace visible esa condición de un sujeto que se desplaza, se fractura y se reconfigura; un sujeto que habita simultáneamente la memoria de su origen y la apertura hacia un futuro desconocido. El proyecto se sitúa en este umbral: entre la permanencia y la mutación, entre el arraigo y la reinvención.

Las prácticas artísticas —tradicionales, comunitarias, ancestrales— constituyen para los artistas una raíz viva que no solo los vincula con sus comunidades, sino que también les permite reinventar su lugar en la ciudad. Su identidad se construye en una doble tensión: conservar aquello que les define culturalmente pero también transformarse en diálogo con nuevas experiencias. La obra propone un entretejido de voces, ritmos, paisajes y desplazamientos que activa la memoria de dos regiones marcadas por la diversidad cultural, el arraigo comunitario y la condición fronteriza. Al poner en relación la marimba y el arpa, la marea y la sabana, el proyecto se convierte en un espacio de mediación donde las identidades no se exhiben como esencias, sino como procesos que se construyen mediante la escucha, la reciprocidad y la coexistencia.

El gesto creativo de unir dos tradiciones musicales periféricas en un escenario común es además un posicionamiento político, pues el centro se habita como un de reconocimiento para quienes históricamente han sido ubicados en las márgenes. Por eso, las raíces no se presentan como herencias estáticas, sino como fuerzas vivas que se negocian, se cuidan y se reinventan en comunidad.

Finalmente, la obra pone en escena la potencia política de unir dos prácticas provenientes de regiones históricamente marginalizadas, y así, desplazar simbólicamente las voces del centro para ocuparlo desde las voces de quienes han habitado las periferias culturales. De esta manera se busca activar una reflexión sobre la identidad como multiplicidad, tránsito y resonancia; sobre la creación artística como un espacio donde las raíces no se fijan, sino que vibran, se entrelazan y se expanden. Así, De la marea a la sabana se convierte en un laboratorio donde la raíz es entendida como movimiento y como tránsito continuo entre pasados, presentes y futuros posibles. La conversación entre música e imagen experimental abre un espacio de traducción entre lo propio y lo ajeno, donde la identidad no es una afirmación individual sino un tejido compartido.