Reflejos Identitarios

Reflejos Identitarios es una serie de máscaras cerámicas que nace de la pregunta por la raíz del yo en relación con el territorio de Soacha. Cada pieza trabaja la idea de identidad no solo como algo individual, sino como un tejido donde se entrelazan memoria ancestral, biodiversidad y experiencias contemporáneas de migración y transformación del territorio.

Las cinco máscaras representan seres que habitan o habitaron este lugar y que encarnan dimensiones distintas de nuestra identidad local. El Jaguar, inspirado en la máscara cerámica del jaguar soachuno del periodo Herrera, es testimonio de la relevancia de este animal en la cosmovisión de las comunidades que habitaron esta zona en el pasado, pero también evidencia una tradición cerámica que ha estado presente de manera discontinua en el territorio hasta hoy.

El Búho-varón dialoga con el arte rupestre del Varón del Sol documentado por Miguel Triana; actualmente se considera que esta figura representa un búho sabanero y no una deidad, como se pensó en un inicio, lo que permite actualizar su lectura como un símbolo vivo del municipio, hoy en riesgo por el deterioro y el vandalismo. El Frailejón, remite al páramo soachuno y al Páramo de Sumapaz, el más grande del mundo, del cual Soacha hace parte, subrayando la importancia de estos ecosistemas de alta montaña para el agua y la vida.

La Cornuda, basada en la alondra cornuda, visibiliza una especie en vía de extinción cuyo hábitat se ve amenazado por la minería y la expansión urbanística; al mismo tiempo, la alondra representa las distintas formas de vulnerabilidad social y urbana presentes en el territorio, de modo que su figura no solo habla de la situación del ave, sino que también nos refleja a nosotros como seres vulnerables. El Pato canadiense, por su parte, evoca a las aves migratorias que llegan a los humedales de Soacha y funciona como metáfora de las personas que migran a este municipio en busca de refugio y nuevas oportunidades.

En conjunto, las máscaras conforman una instalación que puede leerse como una línea de tiempo simbólica, que va desde la cosmovisión prehispánica hasta las realidades actuales de movilidad humana y defensa ambiental. La obra propone pensar la identidad como algo múltiple y en movimiento: un yo que brota de la tierra que habitamos, que se reconoce en otras vidas —animales, vegetales, humanas— y que se reconfigura a medida que el territorio cambia.

Reflejos Identitarios invita al espectador a mirarse en estas máscaras y a preguntarse por su propia raíz: ¿de qué territorios viene mi yo?, ¿qué historias, especies y paisajes me sostienen?, ¿cómo se entrelazan mis experiencias con la memoria y el presente del lugar que habito?