Por July Hernández Ramírez

El arte colaborativo se ha entendido como una forma de crear con el otro, un otro que entra a hacer parte fundamental de la obra o en algunas ocasiones es la obra misma. La reflexión que realizó Claire Bishop¹, en su libro Infiernos artificiales, inicia formulando la siguiente pregunta por el papel de ese otro (ser, sujeto, comunidad, individuo que se involucra con la obra) ¿hay una participación consciente de ese otro en la construcción de las obras? Así, Bishop no solo examina los aspectos emancipatorios que tienen este tipo de proyectos, sino que también reclama el retorno a lo social y el repensar el arte colectivamente.

La preocupación demostrada por Bishop por la participación y la colaboración en el arte tiene precedentes desde los años noventa. Autores como Bourriaud² han abordado el tema desde una perspectiva relacional cuando postula que las obras no solo deben ser vistas desde el ámbito de lo estético, sino que se deben observar desde lo político y lo relacional, además de esto sugiere que ante una obra de esta categoría nos hagamos las siguientes preguntas «¿Me permite entrar en diálogo? ¿Puedo existir en el espacio que define? ¿De qué manera?». Sin embargo, es necesario debatir esta categoría de lo relacional y volver a las preguntas iniciales de Bishop donde la importancia no es la obra en sí, ni el objeto artístico que resulta de dicha relación, ni siquiera la relevancia desde lo político que pueda tener una obra, sino la recompensa creativa que surge en el intercambio con el otro, el proceso con el otro, el tiempo con el otro.

Paralelamente, otra vertiente que tiene que ver con el arte participativo es la de los colectivos artísticos y los grupos estudiantiles conformados desde los semilleros, todos estos entendidos como un conjunto de artistas con intereses en común. En Argentina, la historiadora Ana Longoni³ al realizar una periodización y una revisión extensa de colectivos artísticos, conformados en su mayoría por estudiantes, encuentra en esta categoría grupos que se reunieron para mostrar su posición política frente a los gobiernos y las políticas establecidas en sus mandatos desde 1976 hasta 1999. Algunos de estos colectivos apelaron a trabajar en grupo de manera horizontal para ejercer una resistencia mayor, bajo las premisas de disipar los intereses particulares y primar por el bien común.

Para esta convocatoria invitamos a los artistas interesados a pensar sobre las diferentes maneras de aproximarse a la creación que se realiza de forma participativa, colaborativa y colectiva de tal forma que podamos crear un diálogo en toda la comunidad a través de esta edición del Salón Universitario.