Los diferentes territorios comprenden una red de tejidos que identifican a cada espacio a cada comunidad, esto genera costumbres, tradiciones, gastronomía, juegos …, estableciendo así una forma de vivir. En las zonas rurales los juegos, como el trompo, las contras, las escondidas, los congelados entre otros, a través de narraciones y del compartir se van transmitiendo e instaurando en la identidad.
El juego más allá de la acción, comprende una carga de memorias colectivas que han sido reaprendidas por cada individuo, además de las relaciones producto de esta manifestación surgen otros factores como su vestimenta, el lugar para desarrollar el juego entre otras, que son factores que particularizan su forma de vivir.
Cada individuo interactúa con el espacio de una forma subjetiva, uno de los tantos integrantes son los niños, ellos se relacionan mediante el juego, el juego como expresión innata del sentir, del compartir. Uno de estos juegos es el trompo, el cual necesita cierta destreza para hacer un lanzamiento y saber manejar la pita para envolver este cuerpo que debe girar al caer al piso.
La exploración en las prácticas artísticas especialmente la pintura en claro oscuro permite generar un dramatismo en el gesto una emoción, produciendo así una reflexión en el tiempo subjetivo que se hace necesario evidenciar, ya que estas manifestaciones generan memoria las cuales están llenas de significados y sentido de pertenencia para aquellos que habitan su territorio.