La escultura de Rebeca, de estilo neoclásico, está empotrada en la fuente de Neptuno y muestra a una mujer encorvada en actitud de recoger agua. Su pose, con una rodilla en el suelo, el cuerpo inclinado hacia adelante, una vasija en la espalda y una concha marina en la mano evoca el gesto de dar de beber, haciendo referencia al mito bíblico de Rebeca, esposa de Isaac, símbolo de humildad, servicio y belleza. El uso de la concha también recuerda la iconografía clásica, como El nacimiento de Venus de Botticelli. La obra representa una incursión temprana del desnudo artístico en el espacio público de la ciudad, lo que la convierte en una pieza revolucionaria para su tiempo. Su carácter religioso, desde una visión cristiana, se contrapone a la mitología griega representada por la fuente de Neptuno, integrando así dos narrativas culturales históricamente opuestas. Originalmente, la escultura estaba rodeada por un jardín frondoso que reforzaba la imagen mítica de dar de beber al sediento. Esta ambientación natural complementaba la postura protectora y recogida de la figura femenina, cercana al agua, generando una lectura simbólica rica en significados espirituales y culturales. Durante años se atribuyó erróneamente la autoría de esta obra al artista Roberto Henao, según una publicación póstuma en El Espectador. Sin embargo, una investigación reciente de Juanita Monsalve Buriticá, basada en documentos del Archivo General de la Nación, revela que la obra fue encargada a la marmolería italiana Tito Ricci y esculpida por Luis Luchinelli bajo contrato, con un pago de 500 pesos otorgado por el presidente Pedro Nel y el ministro de Obras Públicas, Laureano Gómez. Aún se desconoce si la pieza fue realizada en Colombia o en Italia, debido a la pérdida de documentos de la familia Ricci.
Investigado y fotografiado por: Daniel Andrés Carreño Manrique y Melba Rocío Rea