Territorialidad y virtualidad
Por: Ricardo Toledo Castellanos
Uno de los componentes más estables de la intensa conversación filosófica que mantuvieron Gilles Deleuze y Felix Guattari, en su proyecto de crear nuevos conceptos para dar cuenta de la experiencia contemporánea, es la noción de territorio. Para ellos, un territorio es el escenario espacio-temporal en el que materiales y fuerzas de naturalezas diversas se articulan rítmicamente para formar un compuesto consistente que funda la habitabilidad. Fundar la habitabilidad exige producir sentido de órden, cuando las limitaciones de recursos y los conflictos con otros habitantes permiten negociar un ritmo común. Cuando el contrapunto entre las fuerzas en conflicto logra ser cadencia consistente que expresa un hábitat, podemos decir que se ha producido territorialidad.
La territorialidad está siempre expuesta a fuerzas del afuera que la reconfiguran. Cuando estas fuerzas logran desarticular la consistencia podemos asumir que se ha roto la habitabilidad, queda abierto que en esos quiebres es posible establecer nuevas habitabilidades. En la década de 1990, Deleuze anunciaba -denunciaba- los signos del deslizamiento de las estructuras de sentido, producción y gobierno, que marcaban el fin de las sociedades disciplinarias y la emergencia de lo que llamó sociedades control. El giro existencial que ha marcado esta mutación es potenciado y mediado por máquinas de información que promueven nuevas subjetividades, modeladas al interior de redes y subsumidas por campos de fuerza sociales ligadas a la virtualidad. En las sociedades de control la virtualidad suscita procesos de subjetivación complejos que terminan tomando dimensiones sociales de tal alcance que podrían conviertir la sociedad en una prisión abierta, surcada por multitud de redes, si no encuentra a su paso resistencias críticas o no pasa por usos polémicos o creativos.
En el contexto de sobreproducción y consumismo, potenciado por máquinas digitales, multiples instancias vitales intrincan cognitiva, económica y afectivamente las vidas en plataformas de información, márgenes de mercado, redes académicas, circuitos profesionales arrastrándolas al individualismo. Se hace necesario explorar procedimientos y tácticas para defender, ocultar, extraer o mutar remanentes existenciales que nos permitan mantener la vida solidaria en comunidad.
Entendiendo el arte como la búsqueda de consitencia en la producción y renovación de valores de cantidad proporción, distancia, medida, relación de sus espacios, es por excelencia un laboratorio de descripción y producción de territorialidades. El proyecto curatorial ‘Territorialidad y Virtualidad’ se popone desde la articulación de proyectos de creación e investigación (semilleros, grupos de investigación, proyectos expresivos) de un grupo de universidades comprometidas con su localización en territorios de Colombia. Estos proyectos evidencian y representan apuestas institucionales que toman en serio el problema del arte en sus derroteros, manifiestas en planteamientos expresivos emergentes que accedieron a poblar el territorio del museo virtual MUNAD. Seleccionar y articular las propuestas artísticas que conformarían esta exposición presentó desafíos en cuanto a las alternativas de descripción, registro y documentación orientados a su territorialización en ambiente virtual. Al cabo del proceso emergen muchas preguntas y más bien pocas afirmaciones concluyentes.
Definir en muestra virtual la presencia de pinturas, dibujos y esculturas pasó al frente la cuestión de si privilegiar la imagen (digitalización limpia, sin bordes), el objeto (visible en sus bordes y ocupando espacios de la vida como paredes, paneles o bases) o su materialidad en contexto (etapas de su proceso, detalles de su composición íntima, notas de su contextura como peso, brillo). También fue importante determinar cómo se interrelacionarían los resultados objetuales y los procesos técnicos, por ejemplo, en registros de video y reflexiones sobre valoraciones culturales de sus pervivencias e innovaciones (pintura de caballete, objeto escultórico, ilustración, grafiti, bordado, libro, fotografía, video). Hay en la muestra ilustraciones que reclamaron su presencia como objetos visuales para ser contemplados y sugerir así la tradicional invitación a pensar, a partir de su imagen, un tema asociado al interés problematizador de los artistas. Aquí fue determinante decidir si exhibirlas de manera escueta o resolver asociaciones espaciales más experimentales.
Se hicieron presentes también series fotográficas que acechan evasivos asuntos íntimos como el desamor, la soledad o el abandono. Las potencias sugeridas por las imágenes invitaron a pensar cómo suscitar en sus visitantes la activación imaginativa de sus alcances expresivos, con propuestas de espacialidad arriesgadas y participativas o planteamientos de espacialización basados en secuencias alternadas con comentarios reflexivos y poéticos. Una propuesta sugirió su presencia como obra de video en la que, a través del juego de desplazamiento de la linealidad del trascurso del tiempo, un objeto acosado por el movimiento provocaba la activación de formas del pensamiento (arquetipos, estructuras, ideas).
Se hizo débil el tradicional borde del reclamo autoral, especialmente en una propuesta de agrupamiento poliautoral, que se presenta como exposición dentro de otra exposición. Las obras singulares mutaron en una obra grupal que apuesta por el sentido colectivo mediante el formato de una mini-exposción. Cobró también sentido en otra propuesta la ampliación del momento de producción para derivar en proceso pedagógico, que inventa e implementa un método de conocimiento (del objeto que se indaga y del sujeto en tanto conciencia que observa). El proceso mismo, emergido como producto, planteó el reto de dar cuenta de su temporalidad, acudiendo a registros en video y fotografía con muestras de los logros alcanzados por la comunidad de aprendizaje. Un postulado como este abre la cuestión de hasta dónde requiere ser estructurado autoralmente para su puesta en exhibición el material documental.
El grupo de propuestas sugirió preguntar constantemente sobre los bordes materiales de una obra o un registro de proceso cuando ya no están condicionados a una territorialidad geográfica, interpretando su existencia y presencia en la virtualidad. Sucedió que la digitalización de las imágenes y sus descripciones pareció reventar seguros que en condiciones de presencia análoga imponen economía en las cantidades de material a ofrecer al escrutinio. Así mismo textos explicativos que se hicieron extensos o excedían sus alcances sustentativos. Esto hizo extrañar a veces la sencillez de términos y la eficiencia descriptiva, la brevedad de una ficha técnica y la claridad de una explicación directa de las territorialidades tradicionales. Pero esta confrontación de bordes fue parte de la experiencia, queda para el encuentro del público con el montaje saber qué nuevas fronteras aparecen y qué nuevos seguros revientan.
Ricardo Toledo Castellanos
Sobre la investigación: en clave de artes
Charla de Ricardo Toledo acerca de la investigación en clave de artes. Realizada como parte de la inauguración de la exposición Territorialidad y virtualidad, en el marco del 4 Encuentro interacional de investigación universitaria.
Martha Viviana Vargas
(Decana Escuela de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades)
Presentación de la exposición